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Siendo
aún cardenal, Joseph Ratzinger pronunció una conferencia titulada «Fe
entre razón y sentimiento» en el Teatro Regio de la ciudad de Turín el
14 de junio de 1998. En ella se refirió a la Síndone con estas
palabras:
«Meditar y rezar ante la
Sábana Santa es una experiencia de fe en el único icono del Misterio
Pascual. El lienzo nos acerca inmediatamente a los sufrimientos de
Cristo. Frente a esta Sábana, fe, razón y sentimiento se encuentran»
[ Agencia de noticias Zenit, 15 de junio de 1998 ]
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En otra ocasión, durante una entrevista, el cardenal Ratzinger se refirió a la Síndone:
«Señor Cardenal, ¿es posible imaginarse a Jesucristo tal como parece en la Sábana Santa de Turín?
La mortaja de Turín es
un misterio, una imagen que todavía no ha encontrado una explicación
concluyente, aunque numerosas razones abogan por su autenticidad. En
cualquier caso, la fuerza particular de esa figura, las enormes
heridas, nos conmueven.
Y su impresionante rostro.
En ese rostro podemos
reconocer la pasión de una forma estremecedora. Y vemos, además, una
gran dignidad interna. Ese rostro desprende sosiego y resignación, paz
y bondad. En este sentido nos ayuda de verdad a imaginarnos a
Cristo».
[ J. RATZINGER, Dios y el mundo: creer y vivir en nuestra época.
Una conversación con Peter Seewald,
Círculo de Lectores, Barcelona 2002, 187 ].
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Mensaje que envió el
cardenal Joseph Ratzinger a los participantes en el encuentro de
Rímini (Italia) celebrado del 24 al 30 de agosto de 2002 por
iniciativa del movimiento eclesial Comunión y Liberación sobre el tema
«La contemplación de la belleza».
«En
la pasión de Cristo la estética griega, tan digna de admiración por su
presentimiento del contacto con lo divino que, sin embargo, permanece
inefable para ella, no se ve abolida sino superada. La experiencia de
lo bello recibe una nueva profundidad, un nuevo realismo. Aquel que es
la Belleza misma se ha dejado desfigurar el rostro, escupir encima y
coronar de espinas. La Sábana Santa de Turín
nos permite imaginar todo esto de manera conmovedora. Precisamente en
este Rostro desfigurado aparece la auténtica y suprema belleza: la
belleza del amor que llega «hasta el extremo» y que por ello se revela
más fuerte que la mentira y la violencia».
[ Agencia de noticias Zenit, 29 de abril de 2005. Ver texto completo aquí ]
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«La Sábana Santa de
Turín nos permite hacernos una idea de la increíble crueldad de este
procedimiento [ la crucifixión ]. Jesús no bebió el calmante que le
ofrecieron: asume conscientemente todo el dolor de la crucifixión. Su
cuerpo está martirizado; se han cumplido las palabras del Salmo: “Yo
soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del
pueblo” (Sal 21, 27). “Como uno ante quien se oculta el rostro, era
despreciado... Y con todo eran nuestros sufrimientos los que él
llevaba y nuestros dolores los que soportaba” (Is 53, 3 ss)».
[ Meditaciones de Benedicto XVI sobre el Via Crucis del Viernes Santo de 2005.
Undécima estación.
Ver texto completo aquí ].
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Lunes, 2 de junio de
2008. En el aula Pablo VI del Vaticano, ante 7000 fieles turineses, el
papa Benedicto XVI anuncia una ostensión pública de la Síndone para la
primavera de 2010, acogiendo el deseo dle arzobispo de Turín Severino
Poletto:
«Será
una ocasión sumamente propicia -estoy seguro- para contemplar ese
misterioso rostro, que silenciosamente habla al corazón de los hombres,
invitándoles a reconocer en él el rostro de Dios». Y añadió: «Si el Señor me da vida y salud, espero ir yo también a visitarla»
[ Agencia de noticias Zenit, 2 de junio de 2008. Ver texto completo aquí ]
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Domingo, 2 de mayo de
2010. El papa Benedicto XVI visita Turín. Dentro de la catedral de San
Juan Bautista, que alberga la ostensione de la Síndone, pronuncia una
meditación, de la que extraemos algunos fragmentos:
«...
la Sábana Santa es el... icono del Sábado Santo. De hecho, es una tela
de sepulcro, que ha envuelto el cuerpo de un hombre crucificado, y que
corresponde en todo a lo que nos dicen los Evangelios sobre Jesús... la
Sábana de Turín nos ofrece la imagen de cómo era su cuerpo en la tumba
durante ese tiempo... es testigo
precisamente de ese intervalo único e irrepetible en la historia de la
humanidad y del universo, en el que Dios, en Jesucristo, ha compartido
no sólo nuestro morir, sino también nuestra permanencia en la muerte...
desde la oscuridad de la muerte del Hijo de Dios, ha surgido la luz de
una nueva esperanza: la luz de la Resurrección. Me parece que al
contemplar esta sagrada tela con los ojos de la fe se percibe algo de
esa luz. La Sábana Santa ha quedado sumergida en esa oscuridad profunda,
pero es al mismo tiempo luminosa; y yo pienso que si miles y miles de
personas vienen a venerarla, sin contar a quienes la contemplan a través
de las imágenes, es porque en ella no sólo ven la oscuridad, sino
también la luz; más que la derrota de la vida y del amor, ven la
victoria, la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el
odio; ciertamente ven la muerte de Jesús, pero entrevén su Resurrección;
en el seno de la muerte ahora palpita la vida, pues en ella mora el
amor. Este es el poder de la Sábana Santa: del rostro de este "varón de dolores",
que carga con la pasión del hombre de todo tiempo y lugar, incluso con
nuestras pasiones, nuestros sufrimientos, nuestras dificultades,
nuestros pecados --"Passio Christi. Passio hominis"-- emana una solemne majestad, un señorío paradójico.
Este rostro, estas manos y estos pies, este costado, todo este cuerpo
habla, es en sí mismo una palabra que podemos escuchar en silencio.
¿Cómo habla la Sábana Santa? ¡Habla con la sangre, y la sangre es la
vida! La Sábana Santa es un icono escrito con sangre; sangre de un
hombre flagelado, coronado de espinas, crucificado y herido en el
costado derecho. La imagen impresa en la Sábana Santa es la de un muerto, pero la sangre habla de su vida.
Cada traza de sangre habla de amor y de vida. Especialmente esa gran
mancha cercana al costado, hecha de la sangre y del agua manados
copiosamente de una gran herida provocada por una lanza romana, esa
sangre y ese agua hablan de vida. Es como un manantial que murmura en el
silencio y nosotros podemos oírlo, podemos escucharlo, en el silencio
del Sábado Santo. Queridos amigos, alabemos siempre al Señor por su amor
fiel y misericordioso. Al salir de este lugar santo, nos llevamos en los ojos la imagen de la Sábana Santa, llevamos en el corazón esta palabra de amor, y alabamos a Dios con una vida llena de fe, de esperanza y de caridad».
[ Agencia de noticias Zenit, 2 de mayo de 2010. Ver texto completo aquí ]
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